Ganar a un restaurante con estrella Michelin es posible si luchas en colectivo

Mi nombre es Pabla y esta es mi historia. Una historia que lamentablemente comparten muchas personas que cada día tienen que acudir a sus trabajos para ganarse la vida y sufren explotación y vulneración de derechos.

Asamblea de Carabanchel

Trabajaba en un restaurante de alta cocina con estrella Michelin, en el que sufrí insultos, amenazas y abusos constantes por parte de mi jefe, segundo de cocina y el chef. Me quitaban las propinas de forma arbitraria, algo que no hacían con otros compañeros; me cambiaban de turno de un día para otra sin previo aviso, lo que me impedía cumplir con mi horario y poder conciliar mi vida laboral y personal; me ponían trabas para disfrutar de los días de asuntos propios que me correspondía legalmente; y se saltaban continuamente lo recogido en el convenio colectivo de mi sector.

Imaginaos lo que significaba ir a trabajar cada día y que el ambiente fuera tan hostil para mí y para mis compañeros. Mi jornada laboral consistía en aguantar insultos racistas y denigrantes, comentarios machistas llenos de desprecio y discriminación, lo cual afectó gravemente a mi salud mental. Así que un día colapsé y terminé en urgencias con una crisis aguda de ansiedad.

La situación se volvió insostenible, demasiado tiempo para tanta violencia. Me sentía desprotegida y humillada, pero aquí es donde llega la parte buena. Decidí acudir a ADELA, el grupo de Autodefensa Laboral de la Asamblea Popular de Carabanchel, y a partir de entonces dejé de luchar por mis derechos laborales en solitario para hacerlo en colectivo. Quise pasar del sufrimiento a la acción, defenderme, denunciar y hacer justicia para tratar de reparar mi situación.

 

Ante los juzgados, acompañando a Pabla
 

De manera colectiva y durante varias asambleas, pensamos en qué acciones podíamos llevar a cabo para hacer visible el conflicto, presionar al restaurante y obtener un buen resultado desde el punto de vista judicial. Uno de los momentos más emocionantes fue la realización de un piquete en el restaurante, junto a nuestras compañeras de la Asamblea Popular de Carabanchel, se sumaron otros sindicatos de barrio de Madrid como la Red de Autodefensa Laboral (RAL) de Vallekas o el Sindicato de Barrio de San Blas-Canillejas, una herramienta de lucha sindical súper potente con el que expusimos públicamente mi situación y les demostramos que yo ya no luchaba sola, lo hacía con fuerza junto a otras compañeras y compañeros que apoyaban mi lucha.

Tras diferentes acciones, el tiempo fue transcurriendo y llegó la fecha del juicio. Acudí junto a algunas personas que forman parte de ADELA y de la Asamblea Popular de Carabanchel. Estaba nerviosa, lo reconozco, volver a encontrarme con aquellos jefes que me habían hecho tanto daño, tener que enfrentarme a la posibilidad de revivir esos momentos tan angustiosos y contarlos ante una jueza, no iba a ser fácil. Estuvimos casi toda la mañana en los juzgados y tras varias conversaciones con los abogados de la empresa, logramos llegar a un acuerdo con el que por fin podía dar cierre a este episodio de mi vida.

Ahora soy activista en ADELA para dar apoyo a otras personas que llegan aquí y participar en otro tipo de acciones. Y es que así es como se supera al miedo y así es como se vence a las empresas, en colectivo.

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