Por qué proponemos una renta básica incondicional y universal

EUREKA

Uno de los aspectos más controvertidos al hablar de la Renta Básica Universal e Incondicional es su universalidad. Mucha gente, incluso de ideologías progresistas, no está de acuerdo en que las personas adineradas reciban la Renta Básica Incondicional.

Por universalidad entendemos que un derecho es extensible a todos los seres humanos por el hecho de serlo, sin ninguna otra característica o condición.

A lo largo de la historia, algunos derechos se han extendido a toda la población, como el derecho al voto, la educación y la salud, aunque éstos no siempre se cumplen del todo.

Un ejemplo reciente de universalidad en Europa son los Sistemas Nacionales de Salud. De hecho, es su característica estrella, pues numerosos estudios han demostrado que mejorando el acceso a los servicios de salud de toda la población, es decir, de las clases trabajadoras (pues las clases altas ya gozaban de ello privadamente y a costa de la salud de la mayoría de la población), mejoraba la salud de toda la sociedad, porque para que exista un bienestar individual han de concurrir otros factores, como el social, ambiental, etcétera.

Recientemente, la pandemia por la COVID-19 nos ha evidenciado cómo estamos interconectadas sociedades y personas, ricas y pobres. Históricamente, las grandes epidemias vinieron a mostrar lo mismo.

Esta universalidad es problemática para este sistema egoísta cuando se trata de otorgar a toda la ciudadanía una renta económica que supondría un colchón para poder decidir sobre nuestras vidas y ser más libres. Con ella no se estigmatizaría a nadie por cobrarla y se eliminaría la trampa de la pobreza y la burocracia que conllevan las ayudas condicionadas.

El sistema se defiende creando opiniones en contra, utilizando incluso la manipulación, para que las personas más vulnerables, quienes más necesitan una renta básica para vivir con dignidad, se posicionen en contra. Esto dificulta aún más la defensa de una renta básica universal e incondicional.

La universalidad ayuda a equilibrar la balanza, otorgando derechos a quienes carecen de ellos y exigiendo obligaciones a quienes gozan de privilegios. La universalidad beneficia a la mayoría. Ojalá ésta lo viera claro.

En relación con la RBUI, en EUREKA defendemos que todas las personas deben tener derecho a recursos económicos suficientes para llevar una vida digna e independiente.

No existe vida digna si se carece de los elementos necesarios para vivirla. Elementos entre los que se encuentran logros ya conseguidos, —de forma desigual según países— gracias al esfuerzo de tantas personas y movimientos: sanidad, educación, servicios sociales y otros que están próximos, como el derecho a vivienda, suministros, etcétera.

La RBUI sería uno más de estos elementos, el derecho de tener un soporte económico, imprescindible para poder diseñar un proyecto de vida propio, decidir cómo y con quién vivir, qué proyectos realizar, qué búsquedas hacer, qué deseos cumplir.

La riqueza acumulada por la élite capitalista necesitó del sometimiento de la mayor parte de la población privada de derechos, del trabajo gratis de las mujeres de todo el mundo sometidas al patriarcado, de las guerras y el colonialismo, de condiciones de vida y trabajo abusivas y de la promoción de valores individualistas e insolidarios.

El 1% de la población española acumula el 23% de la riqueza total. El 1% de las personas más ricas del mundo acumula el 82% de la riqueza global. La gran banca, en España, ganó en 2022 entre un 28 y un 38% más que en 2021. La tasa de desempleo en España es del 13%. El paro juvenil roza el 30%.

La riqueza debe y tiene que ser repartida. Existe dinero suficiente para sostener a todas las personas repartiendo tan solo una parte. Pensamos que la universalidad y la incondicionalidad de una renta básica suficiente, unidas a una reforma fiscal, son el camino para conseguirlo.

HEMEROTECA

Solidaridad en Acción

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