A diez años de una victoria muy importante de la que casi nadie habla

Iván Mozo Mayoral*
Luis López Álvarez**
Diana Ruiz García***

Hace diez años, el 9 enero de 2014, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) frenaba cautelarmente el “Plan de medidas de garantía de la sostenibilidad del sistema sanitario público de la Comunidad de Madrid”, como respuesta a un recurso presentado por AFEM (Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid). Pocos días después, el Gobierno del PP de la Comunidad de Madrid, presidido por Ignacio González, renunciaba a dicho plan y dimitía el encargado de ejecutarlo: el consejero de Sanidad, Francisco Javier Lasquetty.

El frenazo a un proyecto tan nefasto, bajo la forma de una decisión judicial, fue el resultado de 14 meses de lucha ininterrumpida en la que participaron cientos de miles de personas. La victoria no fue completa: no logramos evitar la privatización de la lavandería de Mejorada, ni el cierre del Instituto Cardiológico, ni el cambio de actividad del Hospital Carlos III, ni la anulación de la norma que derogaba 26 categorías de personal no sanitario, ni la privatización parcial de las donaciones de sangre. Pero lo que sí se impidió fue enorme: se evitó que 1.807.600 vecinas y vecinos de nuestra comunidad pasasen a ser atendidos por la sanidad privada y se salvaron 5.200 puestos de trabajo públicos. No fue casual que también dimitiese el c onsejero. La importancia de estos resultados es evidente, pero aún tiene mayor realce si tenemos en cuenta que estos logros se obtuvieron frente a un Partido Popular que gobernaba con mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid y en el país.

Un silencio que dice mucho

No es exagerado afirmar que ésta ha sido, hasta la fecha, la lucha más importante en defensa de la sanidad pública en nuestra comunidad y en el resto del Estado; solo se acerca en su importancia la consecución de tratamientos para enfermos de hepatitis C, lograda meses después. Lo cual hace muy extraño que, en su aniversario, apenas se hable de algo de tanta trascendencia. Sobre todo cuando seguimos envueltos en la pelea por salvar la sanidad pública. Creemos que éste es uno de esos casos en los que el silencio dice mucho.

Recordar los rasgos esenciales de lo que se llamó la Marea Blanca (MB) ayudará a entender las razones de dicho silencio. Aparte de su masividad, hay otros tres rasgos dignos de señalar, que fueron determinantes para que dicha masividad se produjese. El primero se refiere a la sólida unidad que se produjo entre trabajadoras y trabajadores del SERMAS de todas las categorías y las vecinas y vecinos de esta comunidad. El segundo fue su transversalidad, pues en él participaron gentes de todas las ideologías pero que tenían un mismo objetivo: defender la sanidad pública (y sus puestos de trabajo). El tercero, que facilitó todo lo anterior, fue el hecho de que este movimiento, siguiendo las enseñanzas del 15M, se basó en la autoorganización: ningún sindicato, partido o asociación organizó el movimiento, fue la propia gente, trabajadoras y trabajadores, vecinas y vecinos, quienes se organizaron y decidían los pasos a dar.

Es lógico que quienes nos dicen a diario que las luchas no sirven para nada no hablen de una lucha que les derrotó, y que no hablen de una lucha transversal los que no paran de repetir eso de “España se rompe” con el fin de evitar que las y los “de abajo”, los que tenemos intereses comunes, nos juntemos.

Se entiende que los sindicatos mayoritarios del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) formen parte de este coro silencioso. Su modelo sindical tiene un punto en común que es opuesto a la MB: si estos sindicatos colocan como clave de las mejoras las negociaciones (las luchas, ya para otro día) de las cúpulas y los liberados sindicales con la Consejería o los gerentes, cómo van a hablar de una victoria basada en la movilización y en el protagonismo de la gente (profesionales junto a usuarias y usuarios). Tampoco van a hablar de una victoria en la que no jugaron ningún papel. ¿Cómo van a justificar sus liberaciones permanentes si la mayor victoria la consiguió la gente? También se entiende que los sindicatos profesionales, que defienden que la receta para avanzar consiste en hacer reivindicaciones por categoría, no tengan ningún interés en recordar la victoria de un movimiento unitario. Ni tampoco lo hagan quienes excepcionalmente hablan de la lucha unida de profesionales y se olvidan de las y los vecinos.

Para quienes firmamos este artículo, reivindicar la MB, valorar sus logros y sus deficiencias y, sobre todo, resaltar aquello que le hizo ganar es una necesidad, pues el proceso de deterioro y privatización de la sanidad pública continúa, diez años después, aunque por otras vías y con ritmos diferentes: un 38% de la población madrileña tiene un seguro privado; las derivaciones de pacientes de la sanidad pública a los hospitales o clínicas concertadas no cesa de crecer; la tardanza en las citas de AP van en aumento, igual que las listas de espera y del maltrato laboral (la única comunidad junto con Cataluña que aún no ha recuperado las 35 horas y que mantiene al personal de la sanidad a la cola del resto de comunidades en condiciones laborales). Volver a frenar un proceso de dichas características y con tantos intereses y dinero en juego solo se podrá hacer con un movimiento social de la magnitud del que conocemos como MB.

Trabajar por construir un movimiento que sea digno heredero de la Marea Blanca

Trabajar por volver a construir una nueva MB exige comenzar por entender aquello que dificulta poner en pie un movimiento social de grandes dimensiones en defensa de la sanidad pública: que un movimiento así sea necesario no equivale a que sea posible o sea fácil de construir. Una posible expresión de tales obstáculos pudo verse alrededor de las enormes manifestaciones del 13 de noviembre de 2022 y del 12 de febrero de 2023, en cuya preparación y desarrollo posterior la intervención de las y los trabajadores de la sanidad fue escasa, y por supuesto sin comparación alguna con la que la que tuvo en 2012 y 2013. En nuestra opinión, existen al menos cuatro impedimentos de mucho peso.

En primer lugar, están las tácticas empleadas por el Gobierno de la comunidad para hacer que el ataque no sea visible o, al menos, no en toda su gravedad. El PP y las fuerzas privatizadoras han aprendido a hacerlo, a diferencia de 2012, con mayor disimulo y con pasos más cortos y dispersos. En su plan tiene más peso fomentar el deterioro y que sea la propia ciudadanía la que huya a la privada que tomar medidas descaradamente privatizadoras: maltrato laboral, para que los profesionales se vayan; deterioro de AP y las urgencias extrahospitalarias para fomentar el aseguramiento privado.

*Delegado del MATS en Hospital del Henares.
**Delegado del MATS en Hospital 12 de Octubre.
***Delegada del MATS en Hospital 12 de Octubre.

HEMEROTECA

Solidaridad en Acción

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