Asociación Vecinal La Poveda
¿No te parece increíble que llevemos ya dos años sin víctimas de violencia de género?
En parte sí, fueron demasiados años con unas cifras espantosas sin que apenas hubiera reacción, pero se han hecho tantas cosas acertadas en los últimos tiempos que no me extraña que hayan dado resultados.
Es verdad; con mis hijos he visto como cada curso han estado haciendo talleres de todo tipo; equidad de género, resolución de conflictos, habilidades sociales, educación emocional y tantos otros, impartidos en los centros educativos de todas las etapas, así como escuelas de familia que han supuesto un gran cambio en la mentalidad de los chavales, pero también de los padres y madres.
Y que por fin podamos contar con una plantilla de psicólogos y psiquiatras en la sanidad pública capaz de atender la demanda de atención con la celeridad necesaria y a profesionales que ofrezcan las terapias adecuadas estoy convencida de que también ha sido un factor determinante.
¿Y qué me dices de todos los avances en materia laboral? Empezando por la equiparación de los permisos de maternidad y paternidad o las valientes medidas de conciliación de la vida familiar y laboral que nos equiparan a los países más avanzados, a los que siempre mirábamos con admiración y envidia.
Otra cosa que sin duda ha sido de gran ayuda es la sensibilización y concienciación permanente de la sociedad. Antes, cuando el tema estaba peor, y también ahora que parece que hemos dado pasos adelante. No hay que confiarse con este asunto.
Hay tantas cosas que han sido importantes para lograrlo que la lista sería larga. Acabo de caer en otra que me parece que ha sido fundamental en esta mejora: la formación en la materia de todos los funcionarios públicos; sanitarios, docentes, policías, jueces, etcétera. Y sus correspondientes apercibimientos y sanciones para ellos, establecidas en el nuevo estatuto del empleado público, cuando no cumplen como deben su indispensable responsabilidad en un tema de esta trascendencia.
Además, el nuevo código deontológico de los medios de comunicación al respecto ayudó bastante. Qué lejanos parecen ya los tiempos en los que se cuestionaba el feminismo, la imprescindible corresponsabilidad en el hogar y los cuidados o la necesidad de educación afectivo-sexual por parte de algunos.
¡Y que lo digas! Programas del corazón, reality shows y tertulias en prime time moderadas por afamados periodistas en las que, para que hubiera debate, morbo o qué se yo, llevaban a personas que justificaban el machismo equiparándolo al feminismo.
¡Jajaja! “Ni machismo ni feminismo”. La frase se convirtió en un lema para muchos que no se tomaban la molestia de usar el diccionario ni el sentido común.
De la escuela de la alcaldesa de ‘las peras y las manzanas’
¡Madre mía…! Y acuérdate cuando el humor machista era un género en sí mismo.
¡Vaya, si me acuerdo! No olvidaré nunca aquel desgraciado sketch de Martes y Trece sobre mujeres maltratadas. Es inconcebible que hiciera reír. Afortunadamente, ahora no produce más que vergüenza e indignación.
Aquí va otra cosa que tardó lo suyo, pero que ayudó como la que más: que dejaran de obtener respaldo mediático, y consiguientemente votos, quienes defendían lo más rancio y reaccionario del panorama político en materia de igualdad y negaban la existencia de la violencia de género.
O que la Iglesia se posicionara de forma clara sobre el asunto excomulgando a los maltratadores. Que puede parecer una tontería, pero tuvo un valor simbólico tremendo.
¡Qué bien poder recordar esto como males superados! Pensar que esos tiempos tan oscuros quedaron atrás y que hemos evolucionado a mejor.
Pues sí, es extraordinario y a la vez lógico que hayamos progresado, ¿no crees?
Por supuesto. Ojalá lo hubiéramos conseguido antes, pero por fin es una realidad.
Obviamente queda mucho por hacer y por desgracia esto no ha pasado todavía, pero esta conversación u otras similares, aunque aún parezcan quimeras, sucederán. Cada persona tenemos una responsabilidad, mayor o menor según nuestro poder, para que así sea. Asumirla es urgente.