Sí, España es un país racista

Redacción

El racismo va más allá de insultos a famosos futbolistas en un estadio o a personas por el color de piel o procedencia. Son las identificaciones racistas por parte de la policía, su encierro en esas cárceles que son los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) por no tener papeles, la negación de concederlos y no tener acceso a algunos derechos como la asistencia sanitaria, el señalamiento público de menores de edad, el aval de la Justicia a un cartel electoral racista de Vox contra los menores, el maltrato en las fronteras (con episodios que alcanzan la categoría de «masacre» como la del Tarajal en 2014, con 15 muertos, o los de la valla de Melilla el año pasado, con varias decenas) o las devoluciones en caliente.

Todo ello por no hablar del escaso número de admisiones de refugiados (fuera de los ucranianos), las trabas burocráticas con que se encuentran estudiantes extranjeros para que les reconozcan sus títulos en España, el acoso y explotación a trabajadores en el agro y en los hogares (incluso sexual en muchas ocasiones), el racismo inmobiliario… Y por no mencionar tampoco la negativa al derecho al voto y el escaso eco mediático que ha tenido la iniciativa #RegularizaciónYa para conseguirlo ahora que estamos otra vez en período electoral.

Tras esta lista, que no recoge ni mucho menos todos los casos de racismo, puede parecer que solo hay racismo contra extranjeros (pobres), pero no es así. No olvidemos la exclusión que sufre la población gitana desde siempre en este país y las numerosas expresiones racistas que hemos naturalizado y no se consideran (por parte de los europeos «blancos») ofensivas en absoluto. De hecho seguimos cuestionando la «españolidad» de personas que no son blancas y nos sorprendemos de escuchar un acento castizo en una persona negra pero que ha nacido en este país y lleva toda su vida aquí. Y esto son solo algunos pocos ejemplos que se les escapan a los «blancos» que sí son claramente percibidos como actos racistas por las personas «racializadas».

Tarajal, 2021. La imagen conmovedora que se muestra claramente en esta fotografía refleja la triste realidad del racismo en España. Por un lado, el acoso e insultos terribles e impunes que recibió Luna, la joven voluntaria de Cruz Roja, en las redes sociales, después de consolar al joven senegalés que llegó exhausto a la orilla. Por otro lado, el racismo institucional quedó al descubierto pocas horas después de que se tomara la foto, cuando Abdou fue sometido ilegalmente a la devolución en caliente. Este asunto ha sido presentado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por Abdou mismo y ha recibido el respaldo de CEAR.

Más información sobre racismo en páginas 6 y 7

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