Sofía Ojos Negros
Ojalá no hubiera motivos para inundar las calles y aclarar que las mujeres estamos en lucha y que no pararemos hasta que el feminismo sea costumbre en todos los ámbitos de nuestras vidas. Aquí, y en cualquier lugar del mundo. Éste y todos los ochos de marzo mientras siga existiendo una mujer oprimida por razón de género. Ojalá no los hubiera.
Sin embargo, aún muchos sectores de la sociedad piensan que no hay razones para tomar las calles. Hay quienes se siguen preguntando por qué las mujeres se empeñan en hacerse visibles el 8 de marzo. Hay quienes no lo soportan. Molesta. En algunos casos incluso irrita. Hay quienes desearían que no existiera este día de lucha legítimo para no ver cómo Madrid y sus pueblos se inundan de morado y el grito feminista global resuena en sus conciencias. Sí, en muchos sectores y entre la “gente de bien”, parece ser. A todos ellos, a todas ellas, a todes elles les decimos: Perdonen, pero nos están asesinando, violentando, agrediendo, discriminando en el trabajo, en el espacio público, precarizándonos, empobreciéndonos, desahuciándonos, cargándonos con los cuidados, deportándonos, excluyéndonos. Nuestras vidas, desde la infancia, siguen marcadas por las desigualdades, y solo hay que mirar las estadísticas de fuentes oficiales y no oficiales para comprobar estas afirmaciones. Basta con una búsqueda en Google para acceder a cientos de entradas sobre esta realidad. Ojalá no fuera así.
Y perdonen, pero la manera que estamos encontrando para frenar el atropello al que nos vemos abocadas por el hecho de existir es el encuentro feminista. No estoy escribiendo nada nuevo. Porque venimos de lejos. Tenemos una larga historia, un recorrido de muchos 8 de marzo tomando la calle, la plaza y la palabra con el propósito de subvertir el orden del mundo y el discurso patriarcal, racista y neoliberal. Y perdonen, pero es la lucha y la movilización continua la fórmula que nos permite seguir ganando relevancia y conquistando todo lo que es nuestro, a pesar de los obstáculos. Luchando colectivamente, estando en las calles, manifestándonos, encerrándonos, haciendo performances, pintadas, pancartas, flashmobs, pero también estructurando nuestras propuestas, discutiéndolas entre nosotras, argumentándolas hasta el detalle. Así se construye el pensamiento y la acción feminista, que es producto de un ingente trabajo colectivo, en los que hay tantos frentes abiertos a los que atender como motivos para salir a la calle a protestar y a reivindicar cada día, todos los días, a todas horas. Sin parar. Ojalá no los hubiera.
Este 8 de marzo es una parada más en un camino en el que no hay marcha atrás, porque el plan de las feministas contiene la hoja de ruta perfecta para salir de la crisis económica, sanitaria, migratoria, ambiental, social, de cuidados, y todos los ingredientes para acabar con el racismo, la xenofobia y la transfobia. Sí, no es por presumir, son hechos. Es el feminismo, que lo cambia todo. Y a medida que se impone, que inunda espacios y mentes, más privilegios machistas caen, y más se agrietan las estructuras patriarcales que sostienen el sistema. Son hechos. La sociedad se transforma a la vez que las mujeres se abren paso en todos y cada uno de los ámbitos de la vida en los que teníamos que pedir permiso y perdón para acceder (y en los que ni por ésas).
Cada vez somos más, pero no estamos todas y para cambiarlo todo, lo confesamos, nos necesitamos. Todas, todes y todos. Desde la interseccionalidad, entendiendo las diferentes realidades que nos atraviesan a cada una. Solo así seremos completamente libres: cuando lo seamos todas.
Y por eso queremos sumar a las que faltan. Para apoyarnos, dar voz a las que no pueden acudir por miedo, por estar encerradas, explotadas… pero que necesitan que este 8 de marzo sea un desborde. Queremos que las que se callan no lo hagan más, que se rebelen, que griten, que no guarden silencio ante ningún tipo de menosprecio, que no se subestimen, que no cedan y que no se queden en casa este 8 de marzo. Que sepan que no están solas, que en el movimiento feminista encontraran el aliento necesario para sostenerse, cuidarse, reivindicarse. Que somos miles, y vamos cogidas de la mano: abuelas, tías, primas, sobrinas, vecinas, amigas, cuñadas, divorciadas, viudas, de cualquier condición, vamos a ocupar el espacio público, a reafirmar nuestra fuerza política y a empujar este proceso colectivo de transformación radical de la sociedad, de la cultura, de la economía, y de las relaciones.
Ojalá todas. Porque para resistir hay que seguir avanzando. Y celebrar. Este 8 de marzo también brindaremos por todas las victorias acumuladas y por las que están por venir, afianzaremos lo conseguido, nos daremos más fuerza, energía, bailaremos, lloraremos y reiremos, para no decaer antes de todo lo que nos queda por hacer. Ojalá no hubiera motivos para inundar las calles, y aclarar que no pararemos hasta que el feminismo sea costumbre en todos los ámbitos de nuestras vidas. Ojalá.