Guerras, medio ambiente y alternativas

Enrique Quintanilla

Como ya se ha escrito mucho sobre las causas, solo recordar que tras condenar el ataque de Hamás el 7 de octubre, me parece más importante tener claro que la responsabilidad es la invasión desde hace 75 años de Palestina por parte del sionismo israelí.

Citar las cifras es bastante revelador de la tragedia que se está viviendo: más de 23.300 personas asesinadas, de ellas 9.000 niños; 59.000 heridas; 4.300 estudiantes han sido asesinados; 384 escuelas han sido demolidas; hay que sumar los 100 periodistas asesinados y como mínimo 500 encarcelados; cientos de personal sanitario han sido asesinados; la mayoría de hospitales han sido destruidos. En Cisjordania hay más de 350 víctimas de la represión israelí. Podría seguir enumerando cifras, las cuales seguirán subiendo según pasen los días, pero no podemos dejar de pensar que detrás de cada número hay una persona, una vida, una familia, y esto nos debe indignar mucho más.

Desde el movimiento ecologista siempre hemos denunciado las emisiones de CO2, la contaminación del aire, de ríos; la destrucción de hábitats naturales, de fauna y flora que provocan los ejércitos y la industria armamentística. Los datos de las emisiones de los ejércitos son secreto de Estado, solo tenemos aproximaciones. Los estudios realizados muestran números de una magnitud altísima. Esto ocurre en situaciones de paz, porque cuando hay guerras los números se multiplican exponencialmente y las consecuencias duran décadas y generaciones.

Siempre hemos denunciado las emisiones que se producen al realizar desfiles, maniobras con fuego real en lugares naturales, “misiones de paz” a miles de kilómetros. España participa en 20 misiones.

El bloqueo al que está sometida Gaza hace que las condiciones de vida sean terribles: gran parte de los alimentos, del agua, de medicinas y de combustible llegaba a través de la ayuda internacional. Ahora, salvo unos días en que se negoció una tregua, no entra nada. Los gazatíes se ven obligados a cortar árboles para protegerse del frío. La escasez de agua potable obliga a beberla en malas condiciones. La ofensiva israelí en Gaza equivale a la combustión de 150.000 toneladas de carbón y se han emitido 281.000 toneladas métricas de CO2. Desde los años 60 se han destruido 800.000 olivos en Cisjordania con el único objetivo de arruinar la economía del pueblo palestino.

Me parece importante terminar con algunas alternativas y un poco de esperanza.

Es obvio que la responsabilidad la tienen los Estados desde la ONU, EE UU como principal suministrador de armas y dinero a Israel, hasta nuestro Gobierno, que no ha dado pasos permanentes para acabar con el comercio de armas con Israel.

La ciudadanía tiene un gran peso a la hora de poder cambiar los acontecimientos. Después de un boicot a nivel mundial se consiguió acabar con el estado de apartheid en Sudáfrica. Siguiendo ese ejemplo en 2005 se creó por más de 170 organizaciones la campaña BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones) que presiona económica, diplomática, cultural y deportivamente a Israel. Un ejemplo es la campaña de boicot a Carrefour, por apoyar al Ejército israelí. Alentador es el caso de Puma, que tras el boicot realizado ha dejado de patrocinar a la selección nacional de futbol de Israel, lo que demuestra que estas campañas son efectivas.

Tenemos que acudir masivamente a las manifestaciones que se están convocando; también a las concentraciones, charlas, conciertos, etc. de muchos barrios y pueblos. Tenemos que demostrar que la inmensa mayoría está contra el genocidio. Somos conscientes de que la actual posición del Gobierno está influenciada por la solidaridad y apoyo que una gran mayoría de la ciudadanía está demostrando.

Los pequeños actos individuales tienen mucha importancia: ir con una kufiya, llevar una chapa, poner una bandera palestina en nuestra ventana sirve para crear una opinión pública que rechace esta masacre.

No es fácil tener esperanzas de que esta guerra se acabe pronto, y en especial es difícil imaginar las condiciones en que puede acabar el pueblo palestino en Gaza. Pero nos ha dado ejemplo en su historia de que son capaces de sobrevivir en las condiciones más adversas y de volver a llevar una vida “normal”.

Tenemos que exigir el fin del genocidio

Tenemos que exigir acabar definitivamente con el comercio de armas

Tenemos que exigir la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel

Tenemos que exigir un alto el fuego permanente

Queremos una Palestina libre y en paz.

HEMEROTECA

Solidaridad en Acción

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