El consentimiento y la lucha por su definición

La reacción patriarcal poniendo el punto de mira en nuestros derechos; los juicios mediáticos y políticos contra la ley de libertad sexual

Suky Autodefensa*

Si hablamos de violencia sexual es necesario repasar el simplista debate que se está generando estos últimos meses en torno a la ley “Solo sí es sí”. Unas divergencias que están poniendo en jaque la coalición de gobierno, y que sustenta duras y fuertes críticas, olvidándose de lo más importante: de nosotras.

El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, cuya finalidad principal consiste en abordar el tratamiento de estas violencias desde la Administración de Justicia, desarrolló un estudio en 2020, con 102 sentencias del Tribunal Supremo, donde se puso de manifiesto que el 93.8% de este tipo de delitos es cometido por hombres, y que en el 83 % de los casos la víctima es mujer.

La sociedad está influenciada por una cultura que normaliza y trivializa la violación hacia las mujeres, y aunque la ciudadanía en su amplia mayoría formalmente se exprese en contra de las agresiones sexuales, existe un conjunto de pensamientos basados en estereotipos y prejuicios de género que nutren la creencia de que los cuerpos femeninos están a disposición de los hombres, asegurando, por un lado, la naturaleza indómita del hombre ante la reacción sexual, lo que les prescinde de una fracción sustancial de culpabilidad y les ofrece impunidad ante los hechos. Sin embargo, a las mujeres se les mira con lupa sus actitudes, sus formas de vestir o sus conductas, con el propósito de culpabilizarlas de la agresión sufrida.

Teniendo en cuenta que la agresión sexual tiene una monstruosa brecha de género y creencias falsas, por fin se han escuchado algunas de las reivindicaciones del movimiento feminista que se hacían todos estos años, poniendo el foco en lo que realmente preocupa a las mujeres y a sus demandas: “¡No es abuso, es violación!” y “¡Hermana, yo sí te creo!”, se gritaba en las concentraciones contra la sentencia de “la Manada”, se desbordaron las calles llenándolas de indignación y peticiones claras; no se puede minimizar las agresiones sexuales y se debe creer a las víctimas.

Situando el consentimiento en el centro se gana en seguridad, ya que el diálogo o la comunicación cuenta como imprescindible antes de cada relación sexual, educando a la ciudadanía para dar valor a las necesidades de la otra persona y sensibilizando hacia los procesos de empoderamiento de las mujeres, ya que sus relatos son creídos y no tienen que demostrar si hubo violencia o intimidación. Por ello se cambia el paradigma social; las mentes y los cuerpos de las mujeres importan.

Haciendo pedagogía de la ley, por si alguien tiene dudas, se elimina el abuso; por lo tanto todo acto sin consentimiento libre y expresado de manera clara será agresión. La violación será la agresión sexual con penetración, los actos sexuales no consentidos y que tienen lugar mediante sumisión química se considerarán como agravante. Se penaliza el acoso callejero humillante, hostil o intimidatorio; también multas por el reenvío de imágenes sin autorización. Se refuerzan las unidades de valoración forense integral para ocuparse de los casos de violencias sexuales contra las mujeres y la infancia. Las prácticas como la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados se contemplarán como formas de violencia sexual.

En temas de asistencia a las víctimas hay coberturas integrales y especializadas: médicas, psicológicas, laborales, jurídicas e indemnizatorias. Se han creado centros de crisis 24 horas donde se presta atención inmediata a las mujeres que han sufrido o sospechan haber sufrido cualquier violencia sexual reciente o pasada. No se abrirá expediente sancionador a las victimas extranjeras en situación irregular, aunque chirría que deban presentar denuncia previa. Tendrán derecho a ayudas las víctimas de violencia vicaria y se aprueba una estrategia contra las violencias machistas, ya que muchas de ellas no son realizadas por parejas ni ex-parejas. La ley también se encarga de la formación en educación afectivo-sexual como método de prevención. Además, centrada en la detección y el acompañamiento de las víctimas, resulta ser un importante adelanto legislativo que progresa frente a la ley anterior.

Ahora ya en primera persona y como militante feminista, creo que hay un intento de desmotivar y desmovilizar al feminismo con tantas críticas o intentos de reformar la ley. Y es que la reacción machista se torna severa y rígida ante el cambio hacia la igualdad. Pero quería recordar que esto es el modus operandi de la sociedad patriarcal: a cada conquista, un intento de hacernos retroceder.

Al igual que Gallardón echó un pulso con el intento de cambio de la ley de aborto y tuvo finalmente que dimitir, recordamos que nosotras seguiremos en lucha sin rendirnos hasta que ningún interés partidista dispute nuestras victorias.

* Suky Autodefensa, facilitadora en Efecto Red Coeducación y Biodiversidad.

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