El aborto es un derecho, no un debate

Comisión por el Derecho al Aborto de Madrid

“No sé mucho de embarazos”, ha reconocido un señor(o) del partido de ultraderecha que cogobierna en Castilla y León. De lo que sí sabe, como otros y otras personajes políticos, es de poner en duda la autonomía de las mujeres sobre nuestros cuerpos. ¿Qué podemos esperar de un señor que vive en su burbuja inquisitoria? Hace unos meses dijo: “El sexo es algo de lo que hay que hablar de él con cierto pudor en público, porque por su propia naturaleza es una cuestión que se ha convertido en un fin en sí mismo. Cuando se olvida que el sexo es una cuestión con toda seguridad muy placentera, pero cuya finalidad principal es la procreación, pues vemos que hay personas que se liberan de esas cadenas que supone la familia, que supone el matrimonio, con las renuncias implícitas que tienen para dedicar su existencia, pues eso, a satisfacer sus deseos sexuales”  [sic].

Este ser y sus secuaces son los que nos preguntan por qué no nos vamos con el feminismo a otro lado, concretamente a países de otro credo. Ultrarreligiosos aquí también los hay, y los creyentes que imponen su credo al resto son peligrosos, profesen la religión que sea. Le preocupa a este señor(o) la atención a las mujeres que alberguen dudas, dice. Recuerda a aquel otro de la derecha, palentino, que hace cuatro años soltó lo de “es bueno que las mujeres embarazadas sepan lo que llevan dentro: una vida autónoma”. Gracias: si no existierais los iluminados, pensaríamos que tenemos flato en lugar de un embarazo.

La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) aún no es un derecho pleno, porque hay que recordar que hay demasiadas trabas, como la objeción de conciencia (de hecho, en cinco provincias castellanoleonesas no se han realizado IVE desde que se aprobó la ley del aborto de 2010, según datos del Ministerio de Sanidad), y que sigue siendo un delito, como recoge el Código Penal, y ya están los ultras tratando de hacer peligrar nuestros derechos mediante la ralentización del, de por sí, lento acceso al aborto.

Es fantástico que se quiera garantizar la atención a mujeres embarazadas. Nosotras, como feministas, sabemos que hay que poner la vida en el centro, y para ello es básica una sanidad pública que goce de buena salud. Ojalá más ecografías 4D y más especialistas en ginecología para que quienes deciden ser madres puedan tener un mejor seguimiento de su embarazo, así como hospitales públicos donde las que decidan no serlo ejerzan su derecho al aborto. En la realidad, lo primero es muy mejorable, y lo segundo un unicornio. Las medidas propuestas por Vox en Castilla y León no tienen el objetivo de dar más prestaciones o información a las mujeres, sino presionarnos y culparnos, y hacer más agónico un proceso tan delicado (o no, según cada caso) en la vida de las mujeres.

Nosotras sabemos por qué abortamos y no aceptamos tutelajes de nadie. La católico-apostólico-romana-ranciedad política y social, representadas por la derecha y la ultraderecha, se hacen llamar “provida” mientras pretenden obligar a todas las mujeres a gestar y dar a luz, ignorando sus propias vidas, que implica el respeto de las decisiones que tomamos, como la de ser o no ser madres. Estas personas no son provida, son antielección, no tienen otro nombre (o sí: machistas, ultracatólicos o hijos de Jacob de Gilead). Si de verdad son provida, como se hacen llamar, respetarían la vida de las mujeres.

Estamos hartas de que vuelvan una y otra vez los mismos argumentos y que nuestros cuerpos se conviertan en tema de debate. No vamos a consentir que nos arrebaten derechos que nos ha costado mucho conquistar. No por manida vamos a dejar de recordar la frase de Simone de Beauvoir: “Nunca olvides que una crisis política, económica o religiosa será suficiente para que los derechos de las mujeres sean cuestionados”. En nuestro escenario podemos añadir otras casuísticas: unas elecciones, o simplemente una arraigada ultrarreligiosidad que, lejos de estar en crisis, permanece.

La Segunda República despenalizó el aborto en 1937 con una ley que fue la más avanzada de su tiempo en toda Europa. Sin embargo, casi cuatro décadas de nacionalcatolicismo echaron cruces y rosarios sobre nuestros… derechos. No hubo otra ley sobre la IVE hasta 1985, una normativa bastante restrictiva. Se aprobó otra, más avanzada, en 2010, y los herederos del franquismo la llevaron ante el Tribunal Constitucional, donde lleva esperando 12 años (a principios de febrero de este año el TC abordará la cuestión). Un exalcalde de Madrid convertido en ministro intentó hacernos retroceder y las feministas hicimos que saliera del ministerio. Hoy hay una nueva ley en camino, que sobre el papel traerá mejoras para ejercer el derecho a la IVE, pero sigue siendo insuficiente.

Desde la Comisión por el Derecho al Aborto de Madrid enviamos nuestro apoyo a las compas de Castilla y León y recordamos nuestras exigencias:

— Aborto fuera del Código Penal: ejercer nuestros derechos no puede ser delito.

— Aborto en la red sanitaria pública, sin burocracia ni tiempos de espera que pueden complicar el acceso a la IVE.

— Garantía del ejercicio del derecho a decidir a todas las mujeres y personas gestantes sin importar su situación administrativa o estatus migrante.

— Formación para todo el personal sanitario sobre IVE y su incorporación como materia curricular desde una perspectiva feminista, laica, decolonial y transinclusiva.

— Garantía de nuestro derecho al aborto a pesar de la objeción de conciencia.

— Comité médico independiente a partir de la semana 22 de embarazo.

— Educación afectivo-sexual integral en el currículo de todas las etapas educativas y que se haga efectiva en las aulas de todos los centros públicos y concertados.

— Centros de planificación familiar de urgencias 24 horas en todos los barrios de Madrid.

— Regulación y creación de un registro de objeción de conciencia. La objeción de conciencia no está por encima de los derechos de las mujeres y las personas gestantes.

— Abordaje del Estado laico, la defensa de la laicidad como condición indispensable para el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales.

HEMEROTECA

Solidaridad en Acción

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