Javier Garzón
UPLA La Unión
Diversidad funcional es un término nuevo para definir la misma realidad que define la palabra discapacidad o la mucho más antigua minusválido, pero con una gran diferencia: pone su punto de atención en reconocer las capacidades diferentes que existen entre las personas utilizando un lenguaje propositivo e inclusivo frente a un lenguaje y una terminología peyorativa que hace hincapié en la falta de alguna característica propia del ser humano que le impide ser normalizado por el conjunto social.
Aunque el termino diversidad funcional no está aún muy introducido en el lenguaje de la sociedad, parece importante sensibilizar y concienciar a la población para que se vaya instaurando en nuestro vocabulario y se integre y normalice su uso también por parte de las instituciones, que van muy por detrás de la reivindicación social y por tanto se convierten en actores protagonistas de la desigualdad que atañe al colectivo.
¿Qué es la desigualdad social por diversidad funcional (discapacidad)?
La discriminación hacia las personas con diversidad funcional se ha dado por falta de conocimiento y empatía de la sociedad sobre esta condición, esto ha impedido que puedan gozar de sus derechos durante demasiado tiempo ya (participación ciudadana, ocio, sexo, salud, trabajo, educación, vivienda, transporte y comunicaciones accesibles, justicia, cultura, turismo, etc.) y tener una vida plena sin trabas ni cortapisas.
Entre éstas se encuentran:
— Políticas y normas inadecuadas.
— Actitudes negativas.
— Falta de prestación de servicios.
— Problemas con la prestación de servicios.
— Financiamiento insuficiente.
— Educación prácticamente nula al respecto.
— Falta de accesibilidad.
— Falta de consultas y participación.
— Falta de concienciación.
— Falta de datos y pruebas con el consiguiente abandono de las instituciones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 1.000 millones de personas (15% de la población mundial) tienen algún tipo de diversidad funcional y que el 80% de estas personas viven en países en vías de desarrollo.
Diversidad funcional, desarrollo y derechos humanos
Las personas con diversidad funcional (discapacidad) tienen más riesgo de caer en pobreza o exclusión debido a la falta de oportunidades laborales, dificultad para realizar actividades, movilidad limitada, discriminación, entre otros.
Es importante aquí hacer hincapié en el colectivo de mujeres con diversidad funcional, que sufre de manera muy especial esta discriminación, además de ser un colectivo demasiado expuesto a los malos tratos recurrentes tanto físicos como psicológicos y a las que las fuerzas del orden y la judicatura debieran prestar un celo especial precisamente por ser las más débiles de la cadena.
Además, las personas con diversidad funcional se enfrentan a violaciones de sus derechos humanos, pues generalmente experimentan:
— Desigualdad. Por ejemplo falta de oportunidades laborales, educativas y de participación política.
— Violaciones a su dignidad. Por ejemplo cuando sufren violencia, abusos y prejuicios.
— Urbanismos excluyentes y hasta violentos para las personas.
— Borrado sistemático en los grandes medios de ocio y comunicación.
— Poca autonomía. Por ejemplo cuando son internados en instituciones en contra de su voluntad o cuando no existe infraestructura para que hagan uso del transporte o de edificios públicos.
Es importante también señalar que la diversidad funcional puede ser permanente o temporal y que este estado de temporalidad le puede acaecer a cualquier persona en cualquier momento de su vida, así que, concluyendo, si no lo haces por los demás hazlo por egoísmo, pues mañana puedes ser tu.
Y recuerda… Una sociedad inclusiva es más amable con toda la ciudadanía. Con toda.