¿Cómo nace Solfónica?
Surgió del Grupo de Cultura en la Acampada de Sol en mayo de 2011. Como todos los grupos de trabajo, tenían un buzón donde la gente dejaba sus ideas y aportaciones. Una chica dejó una nota que decía: “Me gustaría que nos reuniésemos todos los músicos para dar un concierto en Sol”. Un antiguo profesor leyó la nota y se pusieron manos a la obra. Músicos de todos los niveles que nunca habían tocado juntos se organizaron para recibir a las Marchas Indignadas el 19 de junio de 2011 en Neptuno interpretando el cuarto movimiento de la Novena de Beethoven. Fue emocionante. Tocar y cantar en calles y plazas es otra manera de ocupar y defender el espacio público y común.
¿Cómo se organiza el grupo?
Funcionamos de forma asamblearia y nos organizamos en grupos de trabajo para agilizar las tareas: gestión de correos, actas de asambleas, preparación de calendarios, coordinación con Madrid en Acción, acogida de gente nueva… Ensayamos en cualquier sitio donde nos ceden espacio. Al principio en Tabacalera y después en diferentes centros sociales como la Casa de Cultura Chamberí y centros okupados. Últimamente ensayamos en El Despertador, en el Centro de Salud Navas de Tolosa y en Dalanota. En verano solemos ensayar en El Retiro.
¿Cómo recordáis la primera vez que actuasteis en un acto del 15M?
El primer concierto fue impresionante. Hubo un minuto de silencio que se rompió con los compases de la Novena de Beethoven interpretada por cerca de un centenar de personas entre instrumentistas y coro. Neptuno estaba abarrotado de gente que escuchaba en silencio emocionada por lo que estaba ocurriendo. Pero no es fácil dedicarse a la música en nuestro país, y muchas personas que participaron en los primeros momentos de Solfónica tuvieron que emigrar. Después ha ido entrando y saliendo gente, y ahí seguimos.
¿Qué hitos o momentos recordáis como más emocionantes a lo largo de todos estos años?
Recordamos especialmente la representación de El crepúspulo del ladrillo en Tabacalera en mayo de 2013. David, nuestro director, puso música a un libreto del profesor José Manuel Naredo. La Nave Trapecio preparó un decorado maravilloso, hubo un llenazo tremendo y mucha gente se quedó fuera. Ese día hicimos tres pases, y varios más en los días siguientes para que nadie se quedase sin verlo; fue emocionante. También recordamos el día siguiente a la llegada de los mineros a Madrid en julio de 2012 cantando en Sol en medio de las cargas policiales. El día de la huelga general del 14 de noviembre de 2012 dentro de nuestra burbuja de música entre los antidisturbios y los jóvenes que les lanzaban piedras. El centro de inmigrantes en Bruselas. El día que nos colamos en el hemiciclo en marzo de 2015 y cantamos la Canción del pueblo ante la mirada atónita de los diputados…
Una iniciativa de vuestro grupo que ha cobrado “vida propia” es el calendario… ¿Cómo surge esta idea?
Nuestra propuesta de activismo y de hacer política no sigue los estereotipos de la protesta social. A través de la música intentamos expresar la indignación con belleza, y se nos ocurrió aunar la pintura como otra forma de expresión artística. Propusimos a Julián, nuestro gran dibujante, que nos hiciera algunas ilustraciones reivindicativas, y se puso manos a la obra. Hicimos 300 ejemplares en una fotocopistería y tuvieron muy buena acogida. Al año siguiente contactamos con Carlos, del periódico madrid15m, y a partir de ese momento nuestros calendarios adquirieron una nueva dimensión. Nos consiguió una gran calidad de papel y de impresión con muy buen precio. Hicimos 2.000 ejemplares y después hemos ido aumentando la tirada hasta los 5.000. Al mismo tiempo han ido creciendo las personas que nos ofrecen generosamente sus ilustraciones. Gracias a los calendarios conseguimos que en 5.000 hogares cada mes esté expuesta una reivindicación para conseguir un mundo mejor, más justo y más solidario. Son las mismas reivindicaciones que hacemos a través de la música.
Importante en dicha iniciativa es el destino de lo recaudado… ¿Sois conscientes del alcance y la ayuda que esto ha venido suponiendo para los colectivos sociales?
Nuestro calendario no tiene un fin recaudatorio, su objetivo es la denuncia social, por lo que se distribuye a 1€ para cubrir el gasto de imprenta. Nuestra aportación económica a los colectivos sociales es como una gotita en el océano.
En esta iniciativa hay un nombre imprescindible: Julián. ¿Cómo recordáis a este compañero?
Como una persona entrañable que se nos marchó en agosto de 2018 pero que de alguna manera sigue con todos nosotros. El estilo inconfundible de su plumilla, su aguda ironía en la crítica sociopolítica, su sentido del humor tan particular… Siempre podías contar con él, siempre sumando, escuchando y aportando propuestas creativas. Además de las ilustraciones de los calendarios nos hizo nuestro logo con un pequeño sol que sonríe irónico mientras toca el violín.
¿Qué otros nombres no podemos dejar de recordar al hablar de la Solfónica?
Hay muchas personas que han formado parte de Solfónica y ya no están. Las echamos de menos y recordamos a todas con cariño, pero no nos gustan los personalismos y preferimos no citar nombres. Lo importante es que haya un número suficiente de personas para seguir adelante con el proyecto.
Recorrido todo este camino, ¿qué balance hacéis de la experiencia, en qué cosas andáis ahora y qué nuevos proyectos podéis contarnos desde vuestro grupo?
Tenemos la sensación de haber apoyado la lucha social de una forma distinta a la habitual, ocupando las calles y plazas con música. Hemos tenido temporadas de mucha actividad intentando acudir a todos los sitios donde nos llamaban y también hemos pasado por etapas con escasa actividad porque éramos pocas personas para mantener el proyecto. Las limitaciones derivadas de la aparición del coronavirus produjeron un parón en nuestra actividad musical, y durante esta etapa lo único que hemos mantenido han sido los calendarios. Últimamente hemos tenido la suerte de encontrar un nuevo director, y nos hemos puesto en marcha otra vez. Él nos trasmite una gran energía, estamos entrando en una nueva etapa llena de esperanza y hemos vuelto a sentir la emoción de volver a cantar en la calle. El día 8 de marzo estuvimos en la lucha feminista, el día 7 de mayo en la concentración contra la OTAN de Lavapiés y el día 15 en el aniversario del 15M. Y seguiremos apoyando la lucha social a través de la música y los calendarios indignados hasta donde alcancen nuestras fuerzas.