Hacia la organización inquilina

Pablo Pérez Ruiz

Todas las semanas, decenas de personas contactan con los sindicatos de inquilinas e inquilinos con problemas con sus caseros. Muchas se unen a asambleas de vivienda y durante mucho tiempo participan de largos procesos de lucha. Para la mayoría de personas, ésta es su primera experiencia militante y sindical.

Al igual que los trabajadores que luchan contra sus jefes, los inquilinos que tratan con sus caseros tienen poco poder como individuos. Sin embargo, la organización convierte la vulnerabilidad compartida en poder. Los inquilinos pueden unirse para defenderse a sí mismos y a sus comunidades contra las crueldades de un sistema de vivienda basado en el lucro de unos pocos frente a la miseria de la mayoría.

El sistema actual prioriza el derecho de los propietarios al beneficio sobre el derecho de las personas a la vivienda y a permanecer en las comunidades que han ayudado a construir. ¿Por qué deben los beneficios de un casero determinar si puedes quedarte en tu casa? ¿Por qué se presenta la policía para ejecutar desahucios con más facilidad que tu casero hace las reparaciones que son su responsabilidad por ley?

La organización entre inquilinos cambia este equilibrio de poder. Organizar tu edificio es el primer paso para obligar al propietario a reparar las humedades, negociar una bajada del precio del alquiler o detener el desalojo y el desplazamiento de los residentes del barrio. También crea comunidad, estableciendo un marco para que los vecinos nos cuidemos unos a otros, planifiquemos para posibles emergencias y mediemos en conflictos que puedan surgir.

Desde los sindicatos de inquilinas e inquilinos se apuesta por que sean las propias inquilinas las que, organizadas en su propio bloque, defiendan y conquisten nuevos derechos y que para ello lo hagan bajo el paraguas del sindicato mediante la figura del bloque en lucha y la sección sindical. Gracias a esta estrategia, se han logrado grandes victorias contra grandes y pequeños propietarios y se han modificado leyes como la Ley de Arrendamientos Urbanos, además de trabajar para cambiar la opinión pública.

Organizarse es, ante todo, una actitud. Es tener la actitud de que junto con tus vecinas, unidas, podéis hacer algo para que las cosas mejoren. Es tener la actitud de que actuar es mejor que quejarse. Es tener la actitud de que los problemas necesitan una solución y que la fuerza de la unidad es parte de la solución. Es renunciar a desanimarse y tener la voluntad de escuchar a los demás con respeto para que el plan que elaboréis refleje las ideas de muchas personas.

El primer paso en la organización entre inquilinos es conocerse. Puede que ya conozcas a algunas personas en tu edificio, e incluso que tengas ya amistades o redes de apoyo. No obstante, es importante hablar con el máximo número de vecinos posible para sondear la situación particular de cada uno y las ganas de organizarse.

Para ello, la mejor estrategia es el puerta a puerta: habla (y escucha) a tus vecinos. Ve de puerta en puerta hablando con tus vecinos sobre las condiciones del edificio y el derecho a un entorno de vida seguro y libre de acoso o de la amenaza de tener que marcharos por una subida abusiva del alquiler o porque no os renueven el contrato.

Pregunta sobre cuáles son los problemas que creen que hay en el bloque y cómo esos problemas les afectan: no te limites a decir que “el propietario no arregla la calefacción,” habla de cómo esta falta de calefacción está afectando a la vida de la persona, ¿Cómo has soportado la falta de calefacción? Recomendamos seguir la regla del 80/20: pasa el 80% del tiempo escuchando y solo el 20% hablando.

Si eres nuevo en el edificio, pregunta si ha habido alguna vez una agrupación entre los inquilinos. Puede que algunas vecinas sepan mucho más sobre el edificio y su historia. Saber sobre una agrupación de inquilinos anterior puede ayudarte a identificar a los antiguos organizadores que pueden poner en marcha un nuevo grupo. Nunca es demasiado pronto para conseguir que otros inquilinos se involucren. Si tienes una buena conversación, pídele a alguien que te ayude a llamar a las puertas del resto del bloque.

Es muy importante que toda la información que vamos consiguiendo la almacenemos y la organicemos bien: en primer lugar para no preguntar dos veces por la misma cosa (a nadie nos gusta que se olviden de lo que les hemos contado la semana pasada), y en segundo lugar porque tenemos que intentar buscar las reivindicaciones comunes más allá de la situación individual de cada uno. No es necesario que tengas todos los datos el primer día, lo importante es la conversación y escuchar. No estamos haciendo una encuesta, estamos generando una comunidad en lucha.

Muchas veces creemos que en nuestros bloques no hay ningún tipo de relación entre las inquilinas; y es cierto que, cada vez con mayor frecuencia, pasamos una vivienda tras otra sin tener un contacto más allá de cruzarse en el ascensor o en el rellano. No obstante, a veces quienes estamos desconectadas de la vida y las relaciones que cruzan el bloque somos nosotras, porque, sobre todo cuando las vecinas llevan un tiempo, es raro que no exista algún tipo de red en el bloque.

Con esto nos solemos referir a que la gente ya está organizada aunque esa organización no tenga nada que ver con una organización formal cono un sindicato. Por ejemplo: ¿hay lazos familiares? ¿Amigos en común? ¿Se conocen de algo más que una mirada? Cualquier información nos será útil. Es importante tener esto en cuenta, porque si nuestro propósito es construir organización hay que tener en cuenta los lazos preexistentes. Además, otra cosa a tener en cuenta es que estos grupos a menudo están formados por gente que comparte algo en común: etnia, género, nacionalidad, gustos…

Una vez sepamos quiénes son nuestras vecinas, sus preocupaciones y las hayamos organizado en el mapa, podemos empezar a organizar la primera reunión de bloque. ¡Acude al sindicato de inquilinas y organízate con ellas para ser más fuertes!

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