Ana Encinas.
Médica de Atención Primaria
Desde mi asistencia al pleno extraordinario que tuvo lugar en Colmenar Viejo el día 10 de junio, para debatir sobre el estado de la sanidad pública en ese municipio, he sentido la necesidad de explicar a su alcalde, D. Carlos Blázquez Rodríguez, el concepto de un término psicológico: la proyección. Se trata de un mecanismo de defensa por el cual atribuimos nuestros pensamientos, sentimientos, deseos o impulsos inaceptables o incómodos a otra persona. Ponemos en los demás lo que no queremos ver en nosotros mismos. Paso a explicarlo con algunos ejemplos:
Usted comentó en el pleno y en alguna entrevista que quienes formamos las plataformas en defensa de la sanidad pública deseamos ser políticos o somos políticos encubiertos. En esa sala los únicos políticos existentes eran los que se sentaban junto a usted. Los movimientos en defensa de los servicios públicos los constituimos personas que deseamos que se nos facilite la capacidad de influir en las decisiones públicas a través de nuestros representantes. No es necesario que todos seamos políticos, lo imprescindible son las reuniones conjuntas y la escucha activa.
Comentó que algunos ganamos dinero en estas actividades. Siento decirle que, aunque le cueste entenderlo, muchos perdemos dinero, tiempo y energía en defender lo que debería ser de todos. Lo de ganar dinero es suyo, que se ha subido su sueldo un 25% y aumentado en un 20% el número de miembros de su Gobierno. Para intentar acuerdo en esa subida de sueldo utilizó el chantaje: Ganemos y Más Madrid debían votar a favor de la subida de sueldo o quedaban fuera del régimen de dedicación exclusiva. Como puede comprobar, aún quedan personas íntegras y con su jugada maestra se subió el sueldo (vergonzoso el apoyo del PSOE) y restó visibilidad a la izquierda, pero es indecente que venga usted a darnos lecciones de moral.
Comenta que nosotros repetimos “mantras” que no son ciertos. Le animo a que revise el vídeo del pleno y contabilice las veces que responsabilizó al Gobierno central de la falta de médicos en Madrid. Le expliqué muy brevemente, porque no disponíamos de tiempo ni teníamos derecho a réplica, que son las comunidades autónomas las que ofertan sus plazas de formación. Pregunte a su presidenta por qué en Madrid ofertaron 1.692 plazas MIR en 2022, 1.784 en 2023 y han reducido a 1.540 en 2024.
El Ministerio de Sanidad se limita a aceptar las cifras ofertadas por cada comunidad. Este año dicho ministerio ha cambiado la cifra de corte para entrar en las universidades de Medicina, entrarán más estudiantes y esto está muy bien, pero para poder trabajar com médica de familia se necesitan diez años: seis de carrera y cuatro de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria (ruego deje de decir “especialidad de medicina general”). Dijo algo que es cierto, y es que la Comunidad de Madrid es atractiva para la formación, aquí vienen muchas personas a formarse dado que el nivel científico y docente es alto. El problema es que, debido a las condiciones laborales, aquí no se quedan, y eso solo se debe a la nefasta gestión de nuestra Gerencia de Atención Primaria y nuestra Consejería de Sanidad. Desprestigian nuestro trabajo, no nos permiten el tiempo necesario en la atención, no se cumplen las agendas máximas de pacientes, están profanando la Atención Primaria y por ello quedan plazas vacantes de Medicina Familiar en el MIR y los jóvenes especialistas se van, buscando mejores condiciones. No faltan médicas: ¡nos echan! Otro “mantra” que usted repite es que se deben contratar médicos extracomunitarios como solución.
En muchos países no existe la especialidad de Medicina Familiar, ésa es la razón por la que no se les homologa y no se les puede contratar. Usted sostiene que la especialidad no es necesaria, ¿podría explicarnos su criterio? Quizá tenga aportaciones importantes que las sociedades médicas científicas no han contemplado.
Su respuesta a mi breve intervención fue enumerar las diferentes subidas de sueldo tras la huelga y para los centros de difícil cobertura, lo que no explicó es que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid sentenció falta de protección hacia sus trabajadoras por parte de la Consejería de Sanidad al principio de la pandemia y sobrecarga laboral , sentencia que fue ratificada por el Tribunal Supremo, delegando en Riesgos Laborales del Servicio Madrileño de Salud la determinación del número máximo de pacientes. Las agendas deben tener un máximo de 34 pacientes para Medicina Familiar y 24 para Pediatría. Estas cifras no se respetan en muchos centros de salud por la falta de personal. La Consejería de Sanidad no cumple lo pactado.
Ya para terminar, es sangrante la situación de los centros de Urgencia Extrahospitalaria, donde es necesaria la cobertura con equipo completo. Dejar sin profesional médico estos centros es sobrecargar de actividad y de una responsabilidad que no corresponde al personal de enfermería, poniendo en riesgo la salud de la ciudadanía. En su municipio son ya cuatro los años en los que no hay médico en su centro de urgencias. Se está poniendo en peligro el resultado al no asegurar el proceso adecuado exigible. Es evidente que el Ayuntamiento tiene que velar por la protección de la salud de los habitantes de su municipio y es también manifiesto que es la ciudadanía la que sufre “en propia carne” estas deficiencias sanitarias.
Importante la labor de la Plataforma por las Urgencias de los pueblos, poniendo conciencia sobre la situación sufrida y dignidad en su denuncia.
Esperando que se apropie y responsabilice de lo que es suyo, le saludo atentamente.